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LA SERVILLETA (3ra. parte)


Hemos llegado finalmente hoy a tratar sobre el adecuado uso y utilidad de “la servilleta”.


En una recepción (término genérico para llamar a los convites tradicionales: almuerzo, comida o cena, amén del bufet frío y caliente que pudiera organizarse) concluido el tiempo de recepción, llamado aperitivo, pasaremos al comedor, por lo que dejaremos en aquel primer ambiente las servilletas medianas que nos han ofrecido para acompañar el correspondiente tentempié.


Nos dirigiremos al comedor en modesta forma. Al llegar, la anfitriona nos indicará el lugar que ocuparemos a la mesa, luego de tomar asiento esperaremos a que la señora tome la servilleta de su sitio para luego hacerlo nosotros con la nuestra.


La servilleta será desdobla sutilmente ubicándola sobre el regazo o la falda de la siguiente manera: las puntas quedarán mirando hacia las rodillas y el doblez hacia la cintura. A este dobles es propicio realizar un nuevo dobles, guiándonos con los dedos pulgares (sería como una solapita), en esta solapita –que se abrirá y cerrará sistemáticamente luego de su uso- será el sitio destinado para limpiarnos los labios.


La servilleta no se abre íntegramente como si quedará un telón entre nosotros y el resto, es un modo ordinario, si me autoriza el término. Esta “solapita”, permítame así llamarla, hará que ante cualquier descuido no se vea nada inapropiado al limpiase y sobre todo al retirarme de la mesa al dejarla con una mueca sobre el lado derecho.


Debe utilizarse sistemáticamente luego de beber y luego de comer. Se emplea la servilleta secando por presión sobre los labios, y no “frotando” sobre la boca; tampoco higienizando solo la comisura de las labios, no se consumió solo con ellos, sino con toda la boca. Normal y tradicionalmente se utilizará una mano para esta operación, con el apoyo de la otra que sujeta por debajo la servilleta; pero si utiliza las dos manos simultáneamente al llevarse la servilleta a la boca, no hay inconveniente alguno, mas, le diría que está muy difundido que así se haga. Recuerde también mantener el cuerpo erguido, no abalanzándose sobre el plato, ni al comer ni al utilizar la servilleta.


Durante la comida, no es oportuno pedir permiso para ausentarse por ningún motivo, pero si por fuerza mayor debemos hacerlo, lo correcto es dejar la servilleta sobre el asiento de la silla, tomándola nuevamente desde allí al momento de regresar y continuar. Cuando el personal ve este “código” sabrá que el comensal se ausentó momentáneamente y que regresará para continuar. Al terminar la comida –tanto en un restaurante como en una casa- se dejará la servilleta sobre la mesa del lado derecho, sin doblarla ni emprolijarla con las manos, la misma no se volverá a emplear, empero tenga siempre cuidando que no quede hecha un trapo o atada como un nudo.


Cuando desayunamos o merendamos la servilleta pequeña no se moverá de la mesa, utilizándola luego de beber y luego de comer, pero nunca poniéndola sobre las piernas. En un cóctel será pequeña, sosteniéndose general y conjuntamente con la copa o vaso, ubicándola debajo de su pie o base que tendremos en la mano zurda, para obtener mayor libertad de la mano diestra que es la que saluda, recibe la comida por bandejeo, etc. En un buffet froid la servilleta nos esperará en el extremo de la mesa de inicio del autoservicio, generalmente presentada en forma de “cucurucho” conteniendo allí los cubiertos a utilizarse, con ellos y el plato en mano iniciamos el recorrido para tomar los alimentos; al finalizar desarmamos esa singular forma y lo utilizaremos con normalidad, hasta en forma de "petit" mantel que limite la zona que ocuparemos en esa distendida reunión.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro.

Presidente del Instituto CAECBA

@ProfesorGavalda


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