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SAN FRANCISCO CREADOR DEL PESEBRE. EL BUEY Y EL ASNO FIGURAN SOLO EN LOS EVANGELIOS “APROCRIFOS”.


Durante la Edad Media la cultura era (y en algunos casos sigue siéndolo actualmente) privativa de un grupo selecto de personas que –sobre todo- podían leer y escribir. El pueblo tenia velado el comprender muchas cosas, entre ellas, los misterios de la salvación.


En el año 1223 san Francisco de Asís dio origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos, difundiendo entre los laicos una costumbre que hasta ese momento era del clero, haciéndola extra-liturgia y popular. ¿Por qué lo hizo?, simplemente porque al representar un pesebre “viviente” in situ en aquella Misa de gallo que celebraba en la Navidad de aquel año, pudo ilustrar a los presentes cómo fue y en donde fue el nacimiento del Salvador.


La idea se generalizó rápidamente, teniendo en santa Clara de Asís una ferviente propagadora. Los pesebres, llamados también nacimientos o belenes, se diseminaron rápidamente gracias a la piedad popular. Los hay tan bellos y simbólicos como los de Nápoles, como tan simples y llenos de ilusión como el de nuestras casas.


Los Curas Párrocos actuales ayudan a dar sentido el pesebre, incentivándolo por sobre o al menos a la par del árbol navideño; bendicen cada año en un domingo de adviento los Niños Jesús de las familias parroquiales. Esos niños Jesús serán los que por tradición colocamos justo a las cero horas del día 25 de diciembre y nunca antes. Ciertas familias lo tiene separado del pesebre al igual que las figuras que recuerdan a los reyes magos (posible trío del que ya hablaremos) o bien tapado con una paño para acercarlo o descubrirlo en la noche buena.


En los pesebres aparecen dos animales indiscutidos que dan calor al Niño que se nos ha dado, son el buey y la mula. Ellos no son mencionados por los Evangelios sinópticos sino que están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido". Lo relaciona con la profecía de Isaías (1, 3) ‘el buey reconoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo: pero Israel no me reconoce, y mi pueblo no entiende mi voz'. Alude así al humilde y pobre nacimiento del Hijo de Dios ignorado por casi todos.


Le recuerdo, improbable lector, que la palabra apócrifo no significa original y etimológicamente como falso sino como apartado. Hay muchos textos que la patrística católica cristiana dejo de lado, pero no los juzgo como falsos. Ellos entre otras noticias nos dicen que los padres de la Virgen María se llamaban Ana y Joaquín.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente del Instituto CAECBA

www.caecba.com

@ProfesorGavalda


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