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¿ME SIENTO O ME LEVANTO?



Esta suele ser una de las preguntas que nos podemos hacer en determinadas situaciones, bien por estar recién llegados al lugar de reunión, bien porque acaba de llegar alguien al mismo.


Analicemos las situaciones frecuentes y reforcemos el criterio a seguir, el que estará basado siempre en el respeto y la consideración a los demás.


Si se está sentado y se acerca una persona a quien debemos saludar, lo que procede es levantarse por regla general, indistintamente si se es un caballero o una dama. Existe un falso criterio que es el de pensar que las damas pueden saludar sentadas, pues no es así siempre. Una dama solo permanecerá sentada cuando reciba el saludo de una persona a quien ya conoce (o sea que la ha sido presentada en alguna ocasión previa) y que tenga menor precedencia que ella. Ejemplifico: la abuela podría permanecer sentada cuando recibe el saludo de un joven a quien ya conoce; utilizo el condicional dado que si desea ponerse de pie nada se lo impedirá, más estará demostrando con ello la deferencia que dispensa a la otra persona., quien seguramente le dirá “¡por favor!, no se moleste” autorizándola así a saludarle sentada.


Hay una razón que explica y justifica porque siempre hay que saludar parados, radica en que una persona al saludar a otra sentada se está inclinando ante ella y está dejando al descubierto su lado más vulnerable, me refiero a su espalda. De hecho el saludo sentado era propio de los monarcas que así, demostraban superioridad ex profeso.


Si se está sentado y llega una persona de mayor precedencia, hay que levantarse y ceder el sitio; mejor dicho, hacer el gesto de ceder, pues muchas veces es preferible que ocupe un asiento que estaba libre. Esto lo veíamos con asiduidad en los trasportes públicos donde el caballero cedía el asiento a una dama o una dama a un señor mayor o ambos a quienes tienen necesidades o vulnerabilidades notorias: de movilidad, edad, etc.


Siempre es un detalle de deferencia esperar a que tomen asiento los demás antes de hacerlo nosotros, que se convierte en norma de cortesía con respecto a personas de mayor edad, mujer, etc.


En el caso que sea uno la persona de mayor jerarquía, o el anfitrión, hay que tomar la decisión de sentarse y no hacer esperar a los demás; o bien dar la indicación con la mano derecha en un simple gesto de que se pueden sentar.


Cuando se toma asiento se ocupará la mayor parte del mismo, no siendo propicio sentarse en el borde de la silla, esta forma de tomar asiento demostraría actitud de fuga, es decir, de evadir la situación que se está enfrentando.


Para los occidentales las acciones más sagradas, solemnes, formales y trascendentales del hombre se realizan en su integridad, es decir, parados. Sentarse es un estado (estar), una aposición de descanso en el camino de la vida.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

@ProfesorGavalda

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