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EL ARBOL DE NAVIDAD NO SE ARMA EL 8 DE DICIEMBRE. LOS DETALLES DE UNA TRADICIÓN DE LA CORTE INGLESA.


Sí leyó bien, el árbol de navidad se comienza a armar desde el primer domingo de adviento, que es el tiempo preparatorio a la llegada del Señor en Navidad. El árbol no se arma maratónicamente en una sola jornada sino progresivamente durante las cuatro semanas previas al advenimiento del Redentor de modo que cada adorno que le coloquemos sea un pensamiento o intención personal y/o familiar para regalarle a Jesús en su cumpleaños.


El 8 de diciembre la Iglesia conmemora la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, ella fue concebida sin pecado original por su madre santa Ana. No es la inmaculada concepción del niño de Belén, éste Jesucristo fue concebido el 24 de marzo en el día de la anunciación.


El árbol es un símbolo frecuente en la Biblia, el profeta Isaías nombra “el ciprés, el abeto y el pino como adornos del santuario”. La cultura arbórea estuvo siempre presente entre los hombres desde tiempo inmemorial; desde hace más 1200 años, los germanos veneraban el roble, por ejemplo.


Los misioneros cristianos reemplazaron el roble por el abeto, que visto de costado tenia forma triangular. Se explicó a los germanos que las tres puntas representaban la Santísima Trinidad, y que al adoptarlo podían al mismo tiempo seguir venerando el espíritu arbóreo.


Pero… ¿Quién incorpora la costumbre de llevar y decorar un árbol dentro de una casa? Fue el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, el primo alemán de la reina Victoria de Inglaterra y luego consorte de la Emperatriz. La costumbre que impuso en la corte británica se difundió de Inglaterra al resto de los países a través de Escandinavia, el norte de Europa y posteriormente Estados Unidos de Norteamérica. Los países latinos fueron más reacios a incorporarlo, ya que sus Iglesias no toleraban su origen pagano. Una herencia victoriana que perdura con gran presencia y protagonismo en las fiestas de fin de año.


Las decoraciones tienen el mismo origen: en invierno, los paganos decoraban los árboles pelados con piedras y telas pintadas para invitar a los espíritus arbóreos a volver, con su regalo de hojas y frutos. La costumbre se mantuvo al ingresar los árboles a las casas, y con el cristianismo se le agregaron velas para simbolizar a Cristo como “luz del mundo”. Este pino de verdes y perennes hojas –lleno de luces y regalos- representa a Cristo, “verdadero árbol de la vida”, “luz que ilumina a todo hombre” (Juan 1,9) y máximo regalo de Dios Padre que envía a su Hijo.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

Presidente del Instituto CAECBA

www.caecba.com

@ProfesorGavalda


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