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EL ORIGEN DE LA CORTESIA Y EL NACIMIENTO DE LA VULGARIDAD.



¿CÓMO SE DIO EL CAMBIO QUE LLEVÓ AL CEREMONIAL Y AL PROTOCOLO DE LA CORTE AL UNIVERSO DE LOS COMUNES?

Para responder bien a esta pregunta, y para que sea clara para el probable lector, debemos ubicarnos en el tiempo. La sociedad no siempre fue tal cual la entendemos y comprendemos ahora. El medioevo marcó a fuego la historia de la humanidad de diversas maneras, tal es así, que hoy hablamos de caballeros o caballerosidad en los hombres y desconocemos la etimología de esta palabra tan corrientemente utilizada… pero es harina de otro costal.


Retomo: hasta la caída de los Luises de Francia, o con el advenimiento de la Revolución francesa dicho de peor manera, la forma de cómo era correcto desenvolverse lo marcaba la nobleza aristocrática; ellos eran los referentes sociales a alcanzar por parte de los que están debajo (campesinos, artesanos, cortesanos, bajo clero, etc.), eran los referentes sociales a seguir e imitar, por eso hablamos de cortesía (ceremonial de la corte), palabra que deriva de cortesanía, es decir lo que se hacía en la corte de los nobles o regios señores. De ahí bajada al pueblo.


El siglo XVIII marcó el comenzó de un fenómeno que se generalizo más en el siglo XIX, con rebrotes ascendentes -como fue la época victoriana-, pero ya no con el mismo alcance ni igual que antes. El pueblo se educo más, e internalizó reglas de cortesía, pulió su manera de vincularse en una tendencia sana y positiva; mezcló los tradicionales conceptos del arte del buen vivir con la necesidad de crear un orden de convivencia de ciudad, normas que llamamos desde entonces “reglas de urbanidad”. El cambio se dio paulatina y progresivamente. Ya no había aristocracia sino burguesía.


Un hecho sustancial y determinante en la generalización de los protocolos, lo marcó esta burguesía (con su dependiente proletariado) devenida luego en plutocracia, ya que sin ser nobles titulados, eran sí nuevos ricos y al no poder ser nunca nobles de nacimiento, quisieron vivir y expresarse como ellos lo hacían en su época de esplendor a través de dinero (de haber alguna coincidencia que subsista en el presente es pura coincidencia).


El ceremonial y el protocolo se difundieron por osmosis entre nobles y plebeyos acaudalados. Llegamos así a la particular y singular actualidad en donde el tema es diferente; los referentes a imitar son otros: personajes mediáticos y ligeros de elementales normas de ceremonial. Desde 1960 entramos en una crisis de referentes lo que llevó a que, sumada la natural inclinación del hombre a los descuidos en toda índole y concepto, estemos al límite de la grosería y vulgaridad que despierta sin retorno.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

@ProfesorGavalda

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