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TRATAMIENTOS PROFESIONALES: EL TERRIBLE LEGADO DE MI HIJO EL “DOCTOR”.




Llamamos "tratamiento", desde el punto de vista del ceremonial, a la forma correcta de dirigirnos a las personas. Hoy los invito –estimado lector- a adentrarnos en el caso particular de los profesionales doctos.


En Argentina los usos y costumbres asignan tratamientos incorrectos en diversas situaciones, generalmente bajo un doctorado que no lo es como tal, me refiero a los abogados y a los médicos, misma situación para veterinarios, odontólogos, y similares.


Y ¿por qué nos lo son? Simplemente porque su título de grado no lo manifiesta explícitamente, es decir, un facultativo en medicina al recibir su diploma universitario leerá “médico” simplemente y no doctor en medicina; en el caso de los abogados es más que notorio, su certificación reza “abogado” y no doctor en leyes.


Por ello recomendamos a estos profesionales a no ser abusivos con sus tratamientos, a ser prudentes y a no autoproclamarse lo que no son, proyectándolo a la chapa en la puerta de sus consultorios o despachos, tarjetería personal, presentaciones públicas o privadas, etc. simple y llanamente porque no lo son. No deben auto adjudicarse un tratamiento que saben no les corresponde y mucho menos por “acordada” interna en su propio colegio como sucedió hace un tiempo con los contadores públicos nacionales que se sumaron a la ilógica e imprudente mala manera de llamarse “doctores”.


La instancia precedentemente descripta no priva que un tercero trate al no haber otra forma apropiada a un facultativo como “doctor”. Como ejemplo cito lo frecuente de decir cuando nos referimos a ellos, por ejemplo: “buenos días Señor Licenciado” o “buenos días Letrado”, esta tolerado.


Si será un doctor como tal y con todas las letras y derechos de utilización, aquel facultativo que realice y apruebe un postgrado que certifica como doctor. Por ejemplo hay muchos abogados doctores y muchos médicos doctores pero los más, insisto, son simplemente médicos y abogados.


En el caso de los Doctorados honoris causa, si bien es la mayor aspiración académica a la que se puede aspirar profesionalmente, habilita al tratamiento oral de doctor sin aclaración de que es honoris causa, pero en el caso de la gráfica es tradición escribirlo luego del nombre y apellido de la persona, entonces: cuando leemos un escrito que dice “Juan Pérez, Dr. hc” o “Lic. Juan Pérez, Dr. hc” quiere decir que es un doctor laureado por una universidad o academia superior habilitada que concede tal dignidad (todo dependerá de la legislación vigente en el país de origen de la Casa de Altos Estudios) pero que no es doctor de postgrado habitual.


Los profesores de una disciplina o materia tienen mayor precedencia que sus pares que no ejercen magisterio, por eso serán tratados como profesores y no como doctores o licenciados y demás. Ejemplificando digamos que un abogado que es profesor en la Facultad de Derecho será tratado como profesor y no como doctor. De hecho se escribe Prof. Dr. Juan Pérez y nunca Dr. Prof. Juan Pérez. Pero por sobre ello tengamos en cuanta siempre que primero un individuo es señor de su vida, por tanto se tratará oral y gráficamente como Señor Profesor doctor Juan Pérez o bien Señor Profesor Doctor don Juan Pérez (recordando en éste último caso como potencia el don los escritos).


Siempre señor o señora se escribe y pronuncia antes de un nombre, cargo o titulo es porque primero en la vida se debe tener don de gente y gobierno de su existencia.


Recordemos que no son los títulos, cargos o funciones los que jerarquizan a la gente sino la gente la que posiciona y jerarquiza las funciones, cargos, desempeños que realice y los títulos que adquiera.


Prof. Rubén Alberto Gavaldá y Castro

@ProfesorGavalda

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