Entrevista concedida por el Prof. Gavaldá y Castro al portal Punto Cero en el año 2013
- Instituto CAECBA
- 9 mar 2023
- 5 Min. de lectura

Hemos escuchado muchas veces la palabra “protocolo”, pero, ¿qué es exactamente?
Etimológicamente “protocolo” proviene de una conjunción de vocablos griegos que refieren a la primera hoja encolada de un libro importante. Luego la palabra protocolo siguió utilizándose con diferentes acepciones, ligándose siempre al registro de importantes ceremoniales.
Hoy en Argentina es utilizada para referirse al conjunto de normas establecidas para cumplir con un determinado ceremonial, normas de sanción legal o social. En España y en muchos otros países de Europa la palabra protocolo define a ceremonial. Mas, para muchos autores revisionistas decir ceremonial o decir protocolo es lo mismo.
Sea cual fuere la acepción de la palabra, pronunciar protocolo es e implica mencionar educación, buenos modales, cortesía y hábitos correctos de convivencia.
¿Qué personas necesitan tener nociones sobre protocolo?
Todas.
El protocolo involucra y atraviesa la vida de todas las personas desde su nacimiento hasta su muerte. Vivimos de la mano de un protocolo, aunque muchos (que no quieren darse cuenta) dicen que esa filosofía de vida es de otros, que no es de ellos. Se mienten, se auto engañan. Cuando saludamos, cuando nos vestimos, cuando comemos, etc. etc. etc. siempre hay protocolo.
Ceremonial, es la vida misma del hombre que vive, se vincula y comunica en sociedad. Es el alfa y el omega del hombre social.
¿Debemos aplicar normas de este tipo en nuestra vida cotidiana?
Si, obviamente. Siempre. En las grandes ocasiones y en las inmediatas, caseras y cotidianas. Para saber decir, hacer y estar de la manera y forma más natural posible, debemos internalizar las reglas y propuestas del ceremonial y el protocolo. Solo así seremos auténticos. Una persona artificial o artificiosa no hace ceremonial. Quien vive, siente y practica el protocolo es la persona más natural que existe, porque sabe actuar y desenvolverse airosamente a cada instante, en las ocasiones más exigidas y en las más simples de la vida.
¿Cómo debemos reaccionar para no pasar un momento de apuro cuando dudamos y no sabemos qué reglas seguir en determinados momentos?
Siempre apelar a los pilares del protocolo que son innatos y que están latentes en nosotros mismos, me refiero a: criterio, buen gusto, sentido común y tacto.
Y como reza el refrán popular donde fueras has lo que vieras.
¿Cuáles son los errores que cometemos con más frecuencia en materia de protocolo?
Muchos, quizás algunos de ellos sean involuntarios, realizados así por desconocimiento, arrebato o soberbia.
Nos creemos autosuficientes y desconocemos que nos debemos y que dependemos del otro. Hemos llegado hoy en día al punto de olvidar lo indispensable: saludar, agradecer, disculpar y escuchar.
El protocolo se basa y sustenta en el respeto y consideración dispensados a los demás. La urbanización y tecnología desmedidas, con el anonimato que ello implica, nos aglutina en una misma ciudad aislado; nos alejan como seres sociales y sociables.
Hay que volver a la vida de pueblo, por los menos, en la instancia humana.
¿Cómo calificaría el nivel de cumplimiento de estas normas en Argentina, en términos generales?
Mediocre en las grandes ciudades, un poco mas cuidada en las rurales.
El protocolo social fue alterándose desde la década del 50 del siglo pasado, y cada generación que se sumó fue olvidando los principios elementales de la convivencia. La tradición de los valores del ceremonial se devalúa día a día.
Los primigenios profesores de ceremonial y protocolo que uno tiene en la vida son sus propios padres, éstos cada vez saben menos qué es lo que tienen que enseñar a sus hijos para vivir sanamente y en convivencia con los demás.
La carrera por el dinero en si y por si mismo nos han deshumanizado y por consiguiente nos alejó de un arte de vida como el ceremonial que, como no cotiza en bolsa, parece que para nada sirve. Costará mucho revertir la realidad, pero no es imposible.
El protocolo es de y para los hombres y cuando estos vuelvan a entender su necesaria aplicación, habremos retomado el camino cultural donde nunca debimos alejarnos.
Vamos, si le parece, con algunos ejemplos prácticos. ¿Qué vestuario debemos usar en según qué ocasión?
1. Respetar y vestir de acuerdo a la edad cronológica de cada uno
2. Usar lo que me queda bien y no lo que marca la tendencia de moda
3. Para elegir el mejor vestuario pensar: ¿quién soy, ¿a donde voy?, ¿con quién voy?, ¿para qué voy?, ¿a que hora es?.
4. No lucir marcas públicamente
5. Invertir mas dinero en aquella actividad que mas tiempo me ocupa
6. No mezclar mas de tres colores a la vez
¿Cómo podemos evaluar correctamente el grado de “seriedad” de cada acto social al que acudimos?
Como primera instancia diría que no debemos ir a todos los eventos o actos sociales que nos inviten. Uno con su presencia avala lo bueno o lo malo que sucede en un determinado lugar. Saber discernir donde voy es sano y conveniente.
Puntualmente sabré darme cuenta si es serio o no el evento por medio de la manera y forma en que fui invitado. El estilo de la participación o invitación me brindan las primeras aristas de ésta evaluación.
En algunos casos ésta instancia puede ser burlada, entonces en el durante podré darme cuenta si opto por quedarme o no, si coloco la ocasión en la lista de aquellos eventos a los que no es conveniente volver.
El posicionamiento y reconocimiento social comienza por dárselo uno mismo, de modo que así y solo así podrá ser reconocido por otros.
¿Cómo debemos dirigirnos a las personas en función de sus cargos, títulos, jerarquía profesional, etcétera?
Cuando una persona tiene muchos títulos o cargos será tratado siempre por el más alto de ellos.
En un primer contacto y ante el desconocido no tutear a nadie. Recordar siempre que de lo formal (usted) se puede pasar a la informal (vos) sin ningún problema. Al revés seria falso.
Una clave fundamental es esperar a la presentación, en donde me brindaran los datos para actuar.
Si conozco de quien se trata, lo trato por su titulo, cargo o función. Si no lo conozco lo trato con respeto como señor o señora, que al fin y el cabo es el mayor tratamiento de cortesía social que existe. En la intimidad, por ejemplo con amigos, lo hare por el nombre de pila de los mismos. Los apodos son frecuentes pero desagradables.
Debemos tener siempre presente que la manera correcta de dirigirnos a las personas es la bisagra que abre la puerta de la comunicación, hay que hacerlo de la forma que se espera, así que detenerse a estudiar el cómo hacerlo de acuerdo a cada condición (oficial, diplomático, palaciego, religioso, profesional, académico, etc.) es crucial para ser bien recibido, escuchado e integrado.
Para concluir, bríndenos un consejo para que lo grabemos a fuego en nuestra mente.
Seamos cautos y aprendamos a desarrollar el sentido a de la asertividad. Dominar el impulso, el primer impulso irreflexivo que tengamos será un desacierto. En este mundo, no todo es o da lo mismo.
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